En lugar de limitarse a ofrecer una habitación en un entorno compartido, el coliving propone una forma distinta de habitar: espacios privados combinados con zonas comunes y servicios integrados, diseñados para fomentar comunidad, sostenibilidad y bienestar. Este enfoque está atrayendo tanto a jóvenes profesionales como a inversores que buscan modelos de gestión más dinámicos y eficientes.
Un cambio de paradigma en el sector inmobiliario
Lo interesante del coliving no es solo su formato, sino lo que representa: una evolución del concepto de vivienda. En un contexto donde acceder a un alquiler o una hipoteca se ha vuelto cada vez más complicado, el coliving ofrece flexibilidad, accesibilidad y experiencia.
Para las empresas promotoras y los gestores inmobiliarios, supone una nueva oportunidad de poner en valor activos infrautilizados —como edificios en desuso o suelos urbanos difíciles de colocar— y darles vida a través de modelos residenciales de media o larga estancia.
Además, contribuye a regenerar zonas urbanas, dinamizar barrios y crear comunidades con propósito, algo cada vez más demandado por las nuevas generaciones.
El coliving no viene a sustituir el alquiler tradicional, pero sí a complementarlo con una alternativa más flexible y eficiente. Su crecimiento responde a una realidad: los hábitos de vida y trabajo han cambiado, y la vivienda debe adaptarse a ellos.
Con iniciativas como las de Hive, el sector inmobiliario español empieza a entender que el valor ya no está solo en los metros cuadrados, sino en cómo se gestionan, se comparten y se viven.
En definitiva, el coliving refleja una transformación más amplia: un cambio estructural en la manera en que concebimos la vivienda, la comunidad y la ciudad.




















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